Noche sarriana

CENO en Sarria invitado por la gente de Donicela. El sarao se desarrolla en una antigua escuela que está en plena rehabilitación. Me sientan entre el actual alcalde, Claudio Garrido, y  antecesor José Antonio García. También está Arturo Corral, que fue alcalde hace más tiempo; y mucha gente del pueblo, toda muy agradable.

El grupo vocal de Donicela abre y cierra la fiesta con canciones gallegas, sencillas, algunas de taberna. También se canta el himno gallego y tiene la buena idea de repartir copias de la letra para que nadie pase apuros. A los homenajeados nos entregan unos trofeos muy bonitos. Suso Valcarcel, el presidente, logró reunir a todas las fuerzas vivas de la villa, comandante del puesto de la guardia civil incluido.

 

 

 

 

AQUÍ mismo hablada ayer del fallecimiento de Jesús Vázquez Rivas un ex alcalde de la villa, que estuvo al frente de la corporación por finales de los años sesenta. Era excelente persona, divertido, trabajador; y también un heterodoxo; me cuentan de él dos anécdotas que lo demuestran:

-         Con ocasión de un “Día de la Provincia” que presidía el entonces Gobernador Civil, Eduardo del Río Iglesias (entonces los gobernadores eran auténticos virreyes) todos los alcaldes le estaba adulando descaradamente. En un momento dado el de Sarria se sacó el pañuelo que llevaba en el bolsillo superior de la chaqueta, se arrodilló y con el pañuelo se puso a limpiarle los zapatos al gobernador y dirigiéndose a los presentes dijo en voz alta:”los de Sarria somos los primeros en todo y si hay que hacerle la pelota al gobernador también la sabemos hacer mejor que nadie”.

-         Cando se cansó de ser alcalde pidió al gobernador que lo cesase, pero del Río no atendía su petición. Entonces se dedicó a ir por los bares de Sarria gritando “¡Viva Rusia!” (recuerden que hablamos de los años 60). Una vez lo dijo en un sitio donde había un militar de alta graduación que no le conocía y presentó una denuncia contra él. En el pueblo hubo un gran lío.

P.  

 

 

 

 

 

 

FRENTE a mí, en la mesa, está el presidente de “La Unión” José Quiñoá. La sociedad tiene para mí muchos y buenos recuerdos: bailes de San Juan que terminaban después del amanecer y que reunían a centenares de personas de allí y de fuera. La primera vez que fui a un baile de “La Unión” me llevó Siso en una moto Vespa; hacía una noche de estrellas y luna llena, pero con una xeada de las que hacen época.

Quiñoá me cuenta que están tratando de revitalizar la sociedad que tiene 501 miembros. En el verano sobre todo, hacen muchas actividades. Me pide que un día vaya a darles una charla. Le digo que sí, claro.

 

 

 

 

 

 

 

 

TRAS la cena alguien que fue testigo presencial me habla de la que le montaron no hace mucho a Jaime Peñafiel en Quiroga, cuando vino a pregonar la Feria del Vino: “fue muy desagradable porque delante del palco desde el que él habló se pusieron un grupo de jóvenes bastante perjudicados que empezaron a alborotar y a dedicarle al orador palabras no precisamente bonitas. A pesar de su profesionalidad el pregonero se notaba lógicamente incómodo y despacho rápidamente su intervención; fue bastante desagradable”.

P.

 

 

 

 

CASI al mismo tiempo recibo una llamada de Madrid:”Estoy cenando en un restaurante gallego que se llama “Orixe”. Y aquí, en un reservado hay un grupo de personas; una de ellas es el nuevo líder de los socialistas gallegos, el orensano Pachi Vázquez y como hay un monton de escoltas, supongo que los otros también son gente importante de la política; alguien me ha apuntado que está el nuevo consejero de interior del gobierno vasco”.

 

 

 

 

 

 

NOTA IMPORTANTE.- Tengo el ordenador hecho una M (he querido decir hecho una mierda); lleno de virus y de otras cosas más, de tal manera que estoy escribiendo y me salen de todas partes dibujos, gráficos y textos en inglés, que casi me sacan de quicio, con lo difícil que es sacarme de quicio a mí. Me temo que un momento dado esto explote como una castaña. Por lo tanto si algún día de estos falto a la cita diaria ya saben que no es por mi culpa.  

5 Comentarios a “Noche sarriana”

  1. SEito

    Paco, se han cabreado las castañas que tengo aquí al lado, desde el año pasado, sobre una caja de madera de esas con las que envuelven el vino para cobrar más por él, a cuenta de la imagen . Las dejo siempre por aquello de si me da el gusanillo por comerlas, por muy duras que llegeun a estar . Su color, mientras la primavera no me devuelve el de las hojas del Castaño, ayuda a sobrellevar mejor los grises del invierno .
    Dicen que no estallan, a no ser que al asarlas, ya sabes, no les hayas dado el pequeño corte al uso . Supongo que aplicada ala misma filosofía al ordenata, no esplotará .

  2. SEito

    No esplotará, no, explotará.

  3. jabato

    Habría que buscar alguna referencia más al finado Sr. Vázquez Rivas, alcalde de Sarria en el tardofranquismo. Yo no tenía referencia alguna de este personaje, pero las dos anécdotas que hoy nos cuenta el Sr. Rivera son espléndidas.

    Especialmente, la de los zapatos es magnífica, un puro retrato de lo que era la política en aquella época; lo que me extraña es que fuera verdad, ya que había que tenerlos muy bien puestos para hacer semejante burla a los próceres provinciales y locales (aunque fuera con toda la razón del mundo).

    En cualquier caso, ambas historias son indicativas de una personalidad poco común y un sentido del humor envidiable, en tiempos en que no se hacía mucho gasto de tal virtud.

  4. Torres

    La jornada cachondeística mas sonada en Lugo con un gobernador civil y jefe provincial del movimiento en aquellas épocas la protagonizó el Sr. Quiroga,maestro nacional mas tarde y entonces algo de una centuria de falange o guardia de Franco.El Sr. Rivera tiene que tener referencias;el gobernador era Otero Aenlle recién nombrado y al Sr. Quiroga se le conocía por el apodo de Acólito.

  5. trifoncaldereta

    Houbo un tempo en que os días eran moi longos e os invernos fríos , os nenos vestían de curto ata que unha espesa sombra lles tapaba a moquera , e os cans andaban pola rúa sen dono .
    Era norma de visita á casa dos amigos que un levara nunha bolsiña de tela , feita ó uso , o seu bocadillo de mortadela co ineludible plátano .
    Pasei eu moitas tardes na Quinta de Pérez .
    Aló onde acababa a calle de Pilar Primo de Rivera – supoño a toponímia mudada – comenzaba a finca . Non sei calcularlle a extensión , pero ós meus ollos raparigos , era ” moi enormísima “.
    Baixando cara á casa , dunha beira había un galiñeiro – hoxe chamaríamolo granxa – que lindaba ca senda principal e unha grande pradería . Do outro , un carreiro que pasaba pola porqueira e o chamizo dos coellos . Entrambas estaba a horta .
    A casa era espectacular , chalé do tipo que dicen indiano – dos que fixeron cartos nas Indias ou nas Américas – , que abonda na costa luguesa e nas Rías Baixas . Tres plantas cun torreón no cumio .
    Na finca había fontes con atlantes e cariátides , leóns , serpes e xabarís . Un cenador de arraián tan mesto que non deixaba pasar a luz do día , un estanque onde nadabamos , froitales a esgallo – probei alí por vez primera as claudias xaponesas -, e unha cova – pechada cunha enrrellada porta vermellón – que exploramos algunha vez ca axuda dunha balsa ” Kontiki ” por ter un río subterráneo nela . Enriba de isa porta aqueloutro pequeno mirador , tamén emparrado con mirto .
    Ó fondo da propiedade estaba o cortello ; que o pai dos meus amigos , veterinario de sona , criaba raza holandesa . Angel , o casero , tiña a prestancia tráxica da mais famosa fotografía da emigración .
    Aquélo era un paraíso , e os anfitrións , da familia .
    Nos veráns andabamos sempre á descuberta . Un lugar cheo de recunchos infinitos e inéditos onde trebellar imposibles proezas e soñar con rescatar – ¡ ou en raptar ! – a princesas de exóticos nomes , daba para moito .
    Alí aprendín os rudimentos do baloncesto , e do tiro con escopeta de aire comprimido – ambos a dous enredos que marcaríanme no futuro -, e a facer pólvora e outros venenos nun secreto laboratorio infantil – ¡ Ay , Cheminova !- , que escondíamos no Torreón .
    Foi tamén lugar iniciático na conducción de coches . Pola vereda levei algunha vez o ineluctable Dyane – ” para gente encantadora “-dun veterinario da época , e calóuseme moitas un primixenio Simca Mil azul cobalto – el filete del pobre : ” cinco plazas ..y con nervio ” -. Tivo logo o anfitrión outros coches , que era moi aficcionado ó mundo do motor ; e mesmo nos levou de cronometradores a algún rallie no que coñecimos a un incipiente Beny Fernández – ¿ ou era Reverter ?-.
    Na Quinta de Pérez asistín ós primeros ensaios para cantar a misa de doce na San Froilán con escolta de guitarras . Acordo dun cura noviño e bulideiro – Alfonso -, que supervisaría o cotarro , e dun xoven que co tempo dirixiría un coro de múseca culta e sacra na Universidade de Compostela . O pai dos meus amigos – que era unha especie de Leonardo ó meu cativo entender -, acompañábaos ora ca guitarra ora co acordeón .
    Tamén alí osei cantar en público por primera vez e aínda din os rústicos pasos de baile : diante dun espello de armario , os meus amigos e mais eu discutíamos cómo había que bailar ” a lo suelto ” Cenicienta de Fórmula V . Aquélo aproveitaríamolo tamén co paso dos anos .
    A finca vendeuse mediados as setenta , e fíxose nela un polígono de vivendas . A espelunca quedaría por alí agochada , e no aire as risas e os gritos de alomenos un neno que sentíase privilexiado

Comenta